El debate generado en la ciudad a raíz de la intención de cambiar la configuración de la avenida de Pío XII desde una autopista urbana de 3+1 (carril aparcamiento) por sentido hacia 2 calzadas, una para vehículos privados y la otra para transporte público y carril bici, está de plena actualidad.
Aspecto actual de Pío XII, 3 carriles de circulación (2+1 carril doble fila) y 1 carril de aparcamiento en cada sentido de circulación. ¡8 carriles en total! |
El autonombrado Plan de Movilidad de la concejalía del mismo nombre, que realmente es un plan de carril bus y bici para grandes avenidas, nada que ver con un plan de movilidad serio. |
Muchas son las posturas y los postureos al respecto, con mesías de la bondad y la maldad de la medida enfrentados e irreconciliables (de momento, al menos). Unos, ciclistas muchos y sostenibles otros, afirman que es beneficioso para la ciudad, para la contaminación, para el ruido. Los de la postura antagonista, generalmente comerciantes y conductores de vehículos privados, ven el caos, los atascos o el cierre de negocios.
La idea que perdura siempre en estos casos, en la mayoría de ciudades también, como un mantra incuestionable, salvo que uno quiera ser tachado de ecolo-fanatista o perroflaútico ciclista, es que cualquier cambio en los grandes ejes circulatorios de Pamplona (o de la ciudad que sea) conllevará poco menos que un cataclismo, apocalipsis zombie o caos mortal de necesidad. Meterle mano a esas grandes vías, hipertrofiadas para el tráfico motorizado y ridículas para el resto de modos de transporte (transporte público incluido), es percibido por nuestros políticos municipales como poco menos que un suicidio electoral. Pero, ¿realmente es así como nos lo han contado siempre? ¿Es imposible cambiar la configuración de nuestras grandes avenidas? ¿Realmente se generaría un atasco de proporciones bíblicas en la ciudad?
Hagamos memoria
Simplemente con retroceder en el tiempo podemos observar unas cuantas medidas que se tomaron en su momento, la mayoría sin ánimo de modificar definitivamente la manera de utilizarse las calles, y que cambiaron la circulación por determinadas calles durante más o menos tiempo, el tiempo que generalmente duraron las obras que en esas calles se realizaron.
Otras medidas son cíclicas, pues se adoptan sin ningún tipo de polémica ni ruido mediático cada año en determinadas fechas y de las que nadie se queja. No sólo eso, sino que se ve como algo natural, beneficioso y lógico.
Carlos III- Plaza del Castillo
Hace un par de décadas la autoridad municipal decidió que ese gran eje urbano, de tráfico infernal y atascado, iba a dejar de serlo, para convertirse en un boulevard peatonal. Esa era la idea inicial y lo que finalmente se hizo fue algo que quedó a medio camino, pero que indiscutiblemente cambió el panorama y la circulación de esa parte de la ciudad.
Carlos III motorizado, como era antaño |
La plaza del Castillo con el tráfico dando la vuelta y aparcando en ella |
Y Pamplona sobrevivió. 15 años después el tráfico no se atasca por no poder pasar por Carlos III y los zombies aún no han invadido la capital (de momento). Nadie en su sano juicio, de esos que tanto protestan ahora por querer cambiar la configuración de otras calles, léase comerciantes, pediría que volviera ese tráfico a una avenida como la de Carlos III. Ni ellos ni los conductores de vehículos privados que en su tiempo echaban pestes de esta "peatonalización".
Calle Errotazar
Esta calle, protagonista de episodios de atropellos mortales que han marcado a la ciudad, que soporta un tráfico muy elevado cada día, estuvo cortada largo tiempo por las obras del puente nuevo que cruza hacia Arantzadi. Durante todo ese tiempo la calle fue unidireccional, dejando el carril dirección hacia Capuchinos sin tráfico. Esos meses fueron de disfrute para peatones y ciclistas que vieron cómo esa calle bajaba su peligrosidad en la misma medida en la que bajó el tráfico que soportaba.
Para colocar ese puente se cortó una buena temporada la calle Errotazar |
Durante todo ese tiempo no se atascó ninguna calle adyacente, y una vez más los zombies no nos invadieron. No pasó nada.
Actualmente está en su configuración original, con el radar de la Policía Municipal controlando que no se descontrole demasiado y con peatones y ciclistas castigados a una orilla muy reducida.
Bajada Labrit
Recientemente se terminó de remodelar la acera derecha sentido bajada hacia la Txantrea de esta calle. Durante el tiempo que duraron las obras, la bajada de Labrit pasó de tener 3 carriles para motorizados a sólo 2.
Por una vez creímos ver el carril bici de Labrit realizado y todo... |
Y Pamplona sobrevivió sin atascarse una vez más. Ni que decir tiene que los zombies no aparecieron. No pasó nada.
Avenida Zaragoza
A esta parte de la ciudad también le tocó períodos largos de estar cortada al tráfico, debido a las obras que se han realizado en la parte sur de la ciudad. No pasó nada, no se atascó nada especialmente y la ciudad sobrevivió, para variar. ¿Zombies, adónde?
Corte de la avenida Zaragoza para hacer la nueva rotonda con la calle Sadar |
Corte de la avenida Zaragoza para remodelar la zona del Pamplonica |
Paseo Sarasate
Esta actuación viene motivada por la afluencia masiva de gente en fechas navideñas a la zona de Sarasate, Estella. Se corta la entrada a Sarasate desde Yanguas y Miranda para que no se quede todo atascado. Curiosamente se atasca la zona cuando se deja acceder al vehículo motorizado privado, pero si se impide su entrada no sólo no se atasca esa calle (lo cual es lógico) sino que las adyacentes tampoco lo hacen. Y no reina el caos ni los zombies una vez más.
Cortes de San Fermín
En San Fermín el acceso al Casco Viejo está muy restringido. También se hacen cortes de tráfico que sólo permiten el acceso a transporte público y vecinos en la plaza Príncipe de Viana, en Pío XII a la altura de Ejército, en la subida al Labrit. Muchos cortes que afectan a varios de los puntos más conflictivos de la ciudad. ¿Adivináis una cosa? Sí, la ciudad sobrevive, no se atasca más de lo habitual y los zombies siguen sin aparecer. ¡Qué cosa, tú!
Concluyamos
La conclusión que saco yo, y que sacaron antes que yo los responsables del tráfico y por lo tanto también, los políticos responsables de estos fregados es la siguiente: se puede cambiar la configuración de una gran avenida. La ciudad se adapta, los tráficos se redistribuyen y no pasa nada.
Lo tienen más que comprobado en todas estas actuaciones antes descritas, aunque luego de cara a la galería digan lo contrario.
También sacamos otra conclusión interesante: las calles en las que el tráfico disminuye o desaparece se revitalizan comercial, económica y socialmente. Adiós a la queja habitual de muchos comerciantes. Por algo a Carlos III se la conoce como Avenida Amancio Ortega, y no porque las ventas hayan caído en picado precisamente. Y las calles adyacentes que sí soportan tráfico languidecen. Lo dice hasta el propio presidente de comerciantes de Navarra, Iñaki Ucar Blanco:
Pero otra conclusión inmediata que sacamos de todo esto es que no interesa que la primera conclusión se conozca. No vaya a ser que empiece a calar en la opinión pública que se pueden tener calles donde lo que prime sea el peatón en vez del coche, el silencio frente al ruido, el aire menos sucio frente al más sucio. Y si esta idea cala en la gente, el siguiente paso puede ser que nos exijan ese tipo de actuaciones en muchos puntos de la ciudad. Por eso activan toda la maquinaria, trolls, medios de intoxi-comunicación, para que se nos borre la idea de la cabeza.
En Pamplona no se puede hacer eso, es el caos, el apocalipsis, el holocausto zombie. La ciudad desaparece si lo hacemos. Sigamos pensando así. En otros sitios es igual, ¿o no?
Este es el futuro de Pío XII, y de Pamplona en general, si no lo seguimos dedicando a los coches. ¿Seguro? |